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AFA Maciel Raúl Grimi

Libro Perfiles

Prólogo

Mientras esperaba para devolver un libro en la biblioteca Dr. Pedro S. Alcácer de la localidad de Maciel y me detenía a observar los miles que estaban ordenados prolijamente en los estantes de madera, me asaltó un interrogante: ¿existirán libros que jamás fueron leídos? Y digo jamás en el sentido literal, que aunque pasen cientos o miles de años, ningún lector reparara en sus palabras… es probable, muy probable. En la mal llamada “Era de la Imagen” (que se tendría que llamar “Era de la Urgencia y la Inmediatez”) donde la pausa, la reflexión y la búsqueda de sentido parecen temas secundarios, los libros son postergados.  


¿Qué es un libro sin un lector? Es una semilla a la espera de suelo fértil, que aunque tiene vida en su interior, el verdadero desarrollo de su potencial vendrá después. Por suerte este libro no fue víctima del letargo que significa estar años a la espera de una oportunidad; este libro ya fue elegido… la semilla está brotando y tímidamente se abre paso en un mundo tan lleno de palabras. El escritor lentamente pasará a formar parte de nuestro ser; su cosmovisión, sensibilidad y opiniones irán  pidiendo permiso en nuestra mente y nosotros haremos un lugarcito para que la semilla germine.


¿Por qué un Escritor escribe?, ¿qué los hace distintos? Dejando de lado a quienes lo hacen con el único fin de lucrar, ya que para ellos el libro es solo un “bien de cambio”, el escritor escribe por Necesidad, porque no lo puede evitar. ¿Cualquiera puede serlo? Sí, pero de hecho, no cualquiera lo es.


El Proceso de Escribir comienza con una Emoción fruto de una Sensibilidad Especial, que en mayor o menor medida, todos estamos en condiciones naturales de experimentar, siempre y cuando por el devenir de nuestra vida no hayamos hecho un aprendizaje de Negación de los Sentimientos. Los escritores en general y los poetas en particular no le escapan a las Emociones, no le temen, no se sienten inseguros y vulnerables cuando estas los alcanzan… por el contrario, su espíritu se regocija al recibirlas; y como la Percepción también es un aprendizaje, la Causa-Efecto “Percepción-Emoción” se potencia cada vez mas. Por eso,  cuando el resto de los mortales vemos, por ejemplo, una vieja casa semi derrumbada, el poeta todavía escucha a los niños que alguna vez moraron en ella; también ve a los ancianos en que esos niños se transformaron, al empeño en hacer el jardín y la quinta, y a sus frutos en una mesa de domingo… al esfuerzo y a las ilusiones de quienes la soñaron primero y la construyeron después. Porque todas las historias se entrelazan y de una manera u otra perduran… porque una casa vieja es mucho más que piedra sobre piedra. Y como esa experiencia es tan rica y gratificante, quiere atraparla para que no lo abandone, quiere conservarla primero y compartirla después, porque los escritores en general y los poetas en particular, si logran sortear el escollo de la vanidad, tienen una cuota de Generosidad ya que comparten lo que atesoran. Y la única forma que conocen de atesorar es Escribir… y ahí empieza un mayor desafío: ¿cómo hacer que la gramática sea un espejo de los sentimientos? En principio parecería una tarea imposible: ¿cómo algo tan etéreo e inmaterial como una emoción puede atraparse en un papel y ser codificado con una veintena de letras? Se puede gracias a la Magia del Lenguaje. Y quien no crea en la magia del lenguaje, pregúntese por qué los dictadores fusilan a los poetas.   


Y ya que estamos hablando de escribir y de lenguaje, podríamos preguntarnos: ¿qué significa “escribir bien”? Considero que una persona “escribe bien” cuando existe la menor distancia posible entre lo que quiera expresar y lo que el lector percibe; porque el Escribir no es sólo una técnica, sino el Fin de un Proceso, que comienza con la Emoción y termina en el lector. Y Emoción es la palabra clave. Un poeta puede describir el encuentro de dos amantes y aunque el tema es de por si pasional, quizás no logre traducir la emoción al lector; mientras que otro logra conmover contando algo tan aparentemente trivial y cotidiano como sacarse un pulóver (“No se culpe a nadie”, de Julio Cortázar.)


 Quien quiera contar historias o escribir poemas, primero deberá permitirse y aprender a emocionarse, para recién después, mediante la técnica del bien decir, explorar y elegir entre las distintas variantes de la expresión escrita. Después de esta tarea, para algunos fácil y para otros titánica, deberá tener… suerte. ¿Suerte?, ¿qué tiene que ver la suerte en esto?... Suerte para encontrar un Lector predispuesto a hacer un lugarcito en su mente; suerte que no tuvieron los cientos de libros que duermen el sueño de los justos en las bibliotecas.


En la Era de la Inmediatez y el Sin Sentido no es frecuente leer un libro; es mas fácil narcotizarnos frente a la TV, “jugar fútbol” en la Play y no en el canchita y tener mas amigos virtuales que reales. Pero cuando decidimos por un momento dejar de ser parte del rebaño, ir por un instante en contra de la corriente y abrir nuestra mente a la palabra escrita, otros mundos desconocidos se recrearan en el nuestro.


Poetas: les damos permiso para que entren en nuestra mente; les hacemos un espacio en nuestra cotidianidad, para que nos muestren y compartamos el Mundo tal cual ustedes lo ven.

                                                                                                                                          Daniel R. Diez

 

 

 

 

 

 

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